Semblanza



Nisargadatta Maharaj (nombre que adoptó posteriormente) nació en el seno de una familia humilde de Mumbai y fue bautizado con el nombre de Maruti. Fue uno de seis hermanos, y pasó parte de su juventud ayudando a su padre en una pequeña granja en el pueblecito de Kandalgaon, adonde se habían establecido. A la muerte de su padre, Maruti se vió obligado a regresar a Mumbai debido a dificultades económicas. Inicialmente, consiguió colocarse de funcionario en la administración pública, más su temperamento independiente pronto lo llevó a incursionar en el comercio: estableció un puesto callejero de “bidis” (cigarrillos hechos a mano según la tradición hindú), de cuya explotación subsistió durante toda su vida.

En Mumbai, Maruti contrajo matrimonio y se convirtió en padre de familia. Un hijo y, tres hijas, fueron fruto del matrimonio. Resulta muy significativo (y esperanzador para todo buscador espiritual), que Maharaj haya sido una persona totalmente corriente, compartiendo las mismas preocupaciones y responsabilidades de todo ser humano: mantener un hogar, trabajar y educar a los hijos.

Aunque interesado en temas espirituales, Maruti mantenía cierto escepticismo en relación a los santones y gurús que siempre han sido parte  consustancial de la cultura hindú. Sin embargo, la abrumadora insistencia de un amigo lo llevó a hacerle una visita a Sri Siddharameshwar Maharaj, un Maestro de la tradición de los “Navnath Sampradaya” que terminó ejerciendo una influencia definitiva en la vida de Maruti – a pesar de que este último había jurado no dejarse convencer jamás por hombre alguno.

En el año 1930, a la edad de 33 años, Maruti aceptó la iniciación de Sri Siddharameshwar y, al cabo de apenas tres años de intensa práctica, realizó la Verdad Suprema:
“Me liberé de todo deseo y temor. No razoné que debería ser libre: me hallé a mí mismo libre, inesperadamente, sin el mínimo esfuerzo. Este estar libre del deseo y el temor permaneció conmigo desde entonces. Y, por encima de todo, un afecto infinito, el Amor, oscuro y silencioso, irradiando en todas direcciones, abrazando todo, haciéndolo todo interesante y hermoso, significativo y auspicioso”.

La iluminación representó para él una especie de explosión interna que aniquiló para siempre la identificación con el ego, revelando la Realidad intemporal subyacente, fuera de los parámetros del tiempo y el espacio. Trascendió el sentido de ser una persona y cobró conciencia de ser lo Absoluto, la fuente originaria de todos los seres, todos los mundos y todas las cosas. El ego de la persona conocida como Maruti había retrocedido a su lugar secundario, mientras  la brillante, iluminada y auto-luminosa presencia de la Realidad pasaba a primer plano. A partir de entonces, se le conoció como Nisargadatta Maharaj (de Nisarga: espontáneo o innato y Datta, presencia).

En 1972 Maurice Frydman, un ingeniero polaco colaborador de Ghandi, y que estuvo relacionado con Krishnamurti durante 30 años, oyó rumores acerca de la excepcional habilidad de Nisargadatta para transmitir conocimiento del más elevado orden.

Maravillado ante lo que estaba ocurriendo en el sencillo ático de Maharaj, solicitó y obtuvo permiso de éste, para grabar y traducir al inglés las conversaciones que allí tenían lugar. Así nació “YO SOY ESO”, una joya espiritual incomparable con la fuerza y el poder de revelar los secretos más profundos del espíritu a aquellos buscadores verdaderamente sedientos que no se detendrán hasta realizarlo.

"Un hombre dispuesto a morir por la Verdad la alcanzará”, solía decir el maestro.


“Yo nunca he nacido y nunca moriré”, era la respuesta que daba siempre que se le solicitaba información sobre su persona: “la persona es un malentendido, no existe tal cosa”. Un punto de vista radical, pero – quién le pone el cascabel al gato? Quién es capaz de atrapar al Ser Supremo en la telaraña de conceptos e ideas tejida por la mente? No hay nacimiento ni muerte, no hay pasado ni futuro. Todo es una ilusión, un sueño inexplicable y pasajero, es el mensaje de Maharaj. ¡Vaya más allá! es su grito de guerra. Y en estas páginas encontrará el lector atento y meditabundo – aquél dispuesto a buscar sus propias respuestas en lo más profundo de su ser – una guía de inestimable valor y utilidad práctica para lograr su propósito. Por su más alto bien…. ¡No se la pierda!

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