“La Verdad no es un premio por el buen
comportamiento, ni una recompensa por pasar algunas pruebas. Es la fuente
remota, innata, originaria de todo lo que es. Usted tiene derecho a ella por el
simple hecho de ser. No necesita merecer la Verdad. Le pertenece”.
Muchos de nosotros
fuimos programados con la idea tradicional de que ‘hay que ser buenos para ir
al cielo’; o sea, para realizar nuestra naturaleza Divina - implicando que estamos
separados de ella: por un lado está la Verdad y, por el otro, cada uno de
nosotros. Y, en consecuencia, nos frustramos en nuestros intentos porque, a
pesar de nuestros esfuerzos, parece que nunca somos lo suficientemente ‘buenos’
para alcanzar lo Divino.
Maharaj plantea el asunto en otros términos. Él nos
dice que la Divinidad (o Verdad) ya Es. Y que no depende de la bondad, ni del
buen comportamiento de alguien, para Ser. Y, si la Verdad ya Es, y Es Todo, y
si nada puede existir fuera de ella, Yo Soy la Verdad. No puede ser de otra
manera. Yo soy el Ser, el único Ser que hay, el Gran Soñador soñando un sueño
de multiplicidad y movimiento. Por lo tanto no tengo que buscar la Verdad en
otra parte. Lo que tengo que hacer es despertar y dejar de creer que soy el
sueño que estoy soñando.
De modo que no se
trata de acumular méritos para alcanzar lo que ya Es. Se trata más bien de corregir nuestro enfoque,
aprender a ver correctamente y, darnos
cuenta de que somos lo Divino, lo Sagrado, la Unidad, la Realidad reflejada
temporalmente en la diversidad; la fragmentación temporal y aparente de ese
Todo Indivisible y Bienaventurado que es lo único que Es.
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